30 enero 2011

Telenovelas venezolanas de capa caída



Había una vez un país sudamericano conocido mundialmente por su abundante petróleo, la victoria de sus mujeres en concursos de belleza, y sus telenovelas.

"Cristal", "La Dama de Rosa", "Abigaíl" y "Kassandra", entre otras producciones venezolanas, arrancaron lágrimas de emoción en teleaudiencias de América Latina, España, Miami, Indonesia, Croacia, India y otras latitudes remotas.

Pero todo eso quedó atrás. Tan atrás como en los años noventa, cuando la popularidad del llamado "culebrón" o "teleculebrón" venezolano comenzó a caer.

Las ocho telenovelas que se producían al año en aquel entonces quedaron reducidas a una o dos en la actualidad. Resultado de una trama salpicada de elementos de dinero y poder, sin la garantía de ese desenlace feliz que permite soportar infidelidades e injusticias indescriptibles, gracias a la certeza de que todo se arreglará antes de que se apaguen las luces y aparezca la palabra "fin".

Atrapados "en el medio" quedaron cientos de actores, técnicos y libretistas, que ahora se "reinventan" a sí mismos en otros países o como autores, profesores de actuación, dueños de restaurantes, cocineros y otros.

Ahora, una reforma legal aprobada en diciembre obliga a los canales a transmitir programas nacionales y extranjeros a partes iguales. Finalizado el mes de enero, ningún canal ha hecho anuncio alguno sobre la posibilidad de incrementar su oferta de novelas nacionales.

Teleculebras y dinero

El escritor Ibsen Martínez, autor de célebres telenovelas como "Por Estas Calles" (1992-1994), cree que un "amasijo de circunstancias" se ha confabulado en el caso de la telenovela venezolana.

"La fortaleza comercial de una telenovela venezolana de entonces se basaba en una cosa muy lamentable: era un producto de baja tecnología. Las telenovelas hoy se hacen en alta definición. Las nuestras no lo son, tienen un pésimo sonido" asegura Ibsen.

Martínez explica que las "teleculebras" nacionales alcanzaron una gran popularidad en otros países, gracias a las similitudes en la estructura social y política de Venezuela y las naciones que se contagiaban de su fiebre novelesca.

Argumenta que en las novelas venezolanas se libraban batallas contra la injusticia, donde la niña pobre ha sido despojada por los villanos y lucha por recuperarlo, en un contexto donde no hay leyes ni instituciones. La recuperación de sus pertenencias implicaba la ejecución de una venganza.

Poco importaba si la calidad de la imagen no era la mejor y la dirección artística estaba un poco descuidada. En suma, no tenían que ser grandes superproducciones, con inversiones millonarias.

Esto fue ayudado por el hecho de que siempre fueron dos los grandes canales productores de novelas: Venevisión y el extinto Radio Caracas Televisión, y que estos, en su opinión, actuaban en forma cartelizada.

Competían, cómo no, por la sintonía en horario estelar y pagaban sumas considerables a los escritores, pero actuaban concertadamente, por ejemplo, en el manejo de anunciantes.

"La telenovela era un producto de exportación de bajo costo (y alto rendimiento) porque lo compraban en todas partes. Pero, habiéndose cartelizado, la venezolana no fue una industria ágil, no se desagregó rápidamente. Ahora está barrida por las producciones colombianas y mexicanas", precisa el escritor.

Teleculebras y poder

Pero si antes había poca competencia entre productores venezolanos, ahora es literalmente inexistente.

Como le explicó a BBC Mundo el actor venezolano Franklin Virgüez: "La situación es grave, crítica, desde que RCTV, una de las pioneras en la producción de series de televisión quedó al margen a raíz de la medida tomada por el gobierno nacional".

Sin RCTV, sólo Venevisión realiza telenovelas estos días. Una tercera planta, Televen, sólo transmite historias importadas, que aquí se conocen como "enlatados".

El canal TVES (oficial), que sustituyó a RCTV, no ha tenido éxito en algunos tentativas tempranas por hacer sus propias telenovelas. Y el también oficial Venezolana de Televisión está dedicado a la producción de espacios informativos y de opinión.

Los actores han sido como engañados, porque el único medio del que pueden vivir de manera continua es la televisión. Entonces están como perritos falderos de estos medios

Pedro Lander, también actor de telenovelas convertido en dirigente político (fue diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela en el período 2005-2011), defendió en el Parlamento la reforma legal que impone el "1 x 1", o la obligación de transmitir igual número de programas nacionales que importados en la televisión nacional.

"Los medios de comunicación aquí han formado parte del golpe de Estado. Al que no se le renovó la concesión (RCTV), dice que fue un medio que se cerró, cuando es un medio que no cumplió la normativa. Marcel Granier (presidente del canal) en vez de dedicarse a producir novelas, convirtió ese medio en un vehículo para oponerse al gobierno revolucionario", afirmó, en conversación con BBC Mundo.

Teleculebras y pragmatismo

En cuanto a Televen, opina que no hace novelas "porque no le da la gana", maximizando ganancias a través de la compra de seriados extranjeros. Y sobre TVES, dice que está apostando a darle espacios a los productores independientes, lo cual "no es una tarea fácil". Y, de todas maneras - asegura -, "nadie quiere ir a trabajar a TVES porque es del gobierno".

Lander espera que las nuevas disposiciones legales cambien el panorama, aunque considera que los canales "se pasan las leyes por los zapatos". Pide a los actores que se unan y protesten, pues cree que han sido "engañados" por las televisoras, y ahora han quedado en una situación de "perritos falderos", en procura de trabajo.

Quizás por ahorrarse esa coyuntura, Franklin Virgüez es de los que ha optado por buscar otros destinos. En su caso eligió la ciudad de Miami. Allí dice no tener tantas oportunidades como una vez tuvo en su tierra natal, donde fue galán y protagonista, pero no se queja. "La competencia es mucho más dura", señala.

Para Virgüez, como para muchos actores y actrices que han terminado en Estados Unidos, Colombia o México, la mudanza implica empezar de cero. "Por una parte, no es fácil conseguir el permiso de trabajo, la residencia, la ciudadanía. Y por otra, la fama no nos precede. Aquí no funciona eso. Hay actores a quienes ni siquiera conocen", asegura.

Otros alimentan una floreciente cartelera teatral. "Ha surgido un teatro bueno y otro no tan bueno. Los actores tienden a montar sus propias obras de teatro y a buscar dónde presentarlas. Algunos tienen negocios, exploran cualquier posibilidad de subsistencia", explica el actor.

¿Volverá a verse a Luis Antonio romper el corazón de Mercedes de la Caridad? ¿Cobrará Florencia Antonia fama y fortuna que le corresponden, en las pantallas del mundo entero? Por ahora el panorama es sombrío. Pero no se pierda el próximo capítulo.

Reportaje de la BBC

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